Taberna der Guerrita
Posted on 28/11/2013 by Armando Guerra on Armando

“El vino de Jerez estará finado en pocos años”… espero que a mí ese momento me coja con reservas suficientes.

Un día cualquiera te desayunas con esta frase al principio de un artículo y, coño, uno se asusta. ¿Qué ha pasado? ¿De pronto los ladrillos de adobe han pasado a convertirse en mantequilla holandesa y ya no aguantan los techos de las bodegas…? ¿Las levaduras de velo de flor han mutado en belenes estébanes y ahora se dedican a tocarse los sobacos sobre camas de cabezuelas…? ¿Rajoy ha adelantado la jubilación de todos los arrumbadores y ningún enólogo sabe dónde están las llaves…? ¿Qué ha pasado?

Cabe reconocer el buen gusto del escribiente de tan mala nueva ya que expone la desaparición del vino de Jerez bajo la expresión “finado”, correspondiente a las personas; y que por tanto, al menos, prevea la posibilidad de un entierro como dios manda, con su vino de misa y todo. De mis humildes reservas pondré unas botellitas de amontillado abocado, al gusto de curas y paladares golosos.

Seguí leyendo y tengo que señalar que no me vi identificado en la expresión “absorbidos por las ladillas”. Como lugareño del Marco, no he visto más que crecer los niveles de sepsis desde que era niño. Imagino que el escribiente será de mejor barrio que el mío y que, en su caso, la degeneración ha sido palpable, pero aquí donde yo habito, ladillas, lo que se dice ladillas, no hemos tenido en mucho tiempo. Sí es cierto que hemos visto a algún que otro moscón, pero eso es señal de que aún queda vendimia. ¡Así continúe!

Lo mismo me he puesto un poco nervioso. Señor, entiéndame, que me digan que se va a ir a la mierda mi mundo y uno no puede quedarse tan tranquilo. Bien es cierto que hay otros lugares a los que ir, pero uno paga aquí sus impuestos y se toma las cosas en serio.

He llamado a algunos amigos y me dicen que no, que las bodegas siguen en pie, que hoy las flores están un poco atontadas por el frío pero sin llegar a convertirse en belenes estébanes y que los arrumbadores que quedan siguen teniendo que acudir al curro. De todas formas, me ha informado uno de estos amigos sobre los enólogos advirtiéndome que portan desde hace tiempo copias de cada llave y llevan el histórico guardado en sus ordenadores, con backups periódicos y todo. ¿A qué entonces tanto alarmismo?

Reconozco que la cosa no está boyante. De hecho está hecha una mierda, pero en estas circunstancias, lo que menos necesita el enfermo son sustos. ¡No vaya a ser que finalmente tengamos que acudir a un entierro anticipado!

Aunque, si lo que se pretende es provocar, quizás uno puede verse obligado a exagerar las cosas. Yo entiendo que sea necesario llamar la atención. Sobre todo a aquellos que han pensado que en el Marco se podía hacer lo que fuera… “total, se va a vender”. Estos han sido unos indeseables, responsables y culpables de la ruina. ¡Pero están localizados! Son los mismos que han ganado mucho dinero aunque no tienen ni idea de vinos o peor, los que se gastaron el dinero que generaron sus padres, sin sentirse vinculados a ninguna responsabilidad social. Pero tomar la parte por el todo no es de justicia, por muy grande que sea la parte.

Prefiero, en mi humilde caso, centrarme en los buenos. En los vinos que hay por ahí… que aunque en los últimos años no hayan contado con las mejores condiciones de producción siguen estando para morirse, pero de gusto. En los camperos que han tratado las viñas con cariño aunque la Administración, los especuladores y los bodegueros miopes los consideraran un estorbo. En las bodegas que no han considerado estorbo a nadie. En los técnicos que no han dejado de darle vueltas a la cabeza permitiendo que todavía hoy aquí se innove y mucho. En los trabajadores que mantienen en pie empresas en quiebra de las que ni cobran. En los nuevos vinos, sean o no los que se queden, porque demuestran vida y riesgo.

En cuatro locos que conozco y que tienen el futuro en sus manos. Son tan buenos y tan importantes que jamás diría que el vino de Jerez va camino de finar. Estará vivo mientras vivan, mientras vivamos.

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